La semana pasada, el 14 de julio, el euro alcanzó la paridad en su cotización frente al dólar estadounidense por primera vez en 20 años. Para muchos era claro que iba a ocurrir, teniendo en cuenta la divergencia entre el ritmo de retirada de estímulos de la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo.
A principios de este año el euro se intercambiaba a 1.14 contra el dólar estadounidense, la inflación general en EE. UU. estaba en el 7,5% y en Europa al 5,1%. En tan solo siete meses la inflación que padecemos, tanto los estadounidenses como los europeos, ronda el 8,6%. Curiosamente, ante el mismo nivel de inflación vemos cómo se articulan respuestas que difieren notablemente en términos de intensidad. La Reserva Federal comenzó con su normalización monetaria en marzo de este año, y si bien el inicio fue lento, ahora lleva a cabo subidas de tasas de interés del 0,75% en cada reunión, planteando como meta alcanzar el nivel del 3,4% para finales de este mismo año. Además, ha comenzado a reducir el balance de deuda adquirido durante la última década a un ritmo de cincuenta mil millones mensuales, pero eso solo para abrir boca, ya que a partir de septiembre de este año pretende subirlo hasta los 95.000 millones al mes. Por su parte, el BCE ha anunciado su intención de subir las tasas de interés por primera vez en más de una década en 0,25%, lo que dejará el tipo de interés en el -0,25%. Todo apunta a que habrá que esperar al último trimestre de este año para tener tasas de interés positivas pese a tener una inflación descontrolada. Respecto a la deuda adquirida por el Banco Central Europeo, no pretenden seguir los pasos de la FED, es decir, reducir el balance, sino tan solo mantenerlo estable en el entorno de los nueve billones de dólares actuales.
El evento económico sobre el que la próxima semana están puestos los ojos de medio mundo tendrá lugar el jueves en Bruselas. Se trata de la reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) en la que la entidad continental presidida por Christine Lagarde deberá decidir en cuánto sube el precio del dinero.
El dólar estadounidense sube con fuerza en su cruce con el euro tras la publicación de la última tasa de inflación en EEUU. Así, si ayer las dos divisas más importantes del mundo alcanzaron la paridad por primera vez en 20 años, esta se rompe este miércoles: la moneda única llega a cotizar en 0,9998 'billetes verdes', niveles no vistos en dos décadas, aunque tras marcar ese nivel el euro vuelve a moverse en el entorno de los 1,001 dólares.
Si le tuviera que explicar a alguien que no sepa de economía porque baja el euro lo haría con una imagen: la de los alemanes - el país más rico de Europa - teniendo que racionar la calefacción y el agua caliente. Los ciudadanos de la locomotora europea duchándose por turnos y viendo la televisión con abrigo y bufanda.
El dólar ha despertado un importante apetito en las últimas jornadas. Las consecuencias son de sobra conocidas, el billete verde se ha revalorizado frente a todos y cada uno de sus cruces más negociados, favoreciendo que el euro/dólar haya alcanzado la paridad. Sin embargo, a esta situación no se ha llegado únicamente gracias al empuje de la divisa estadounidense. El coste de las coberturas sobre el euro/dólar se triplica desde enero y toca su nivel más alto desde 2019.
El dólar estadounidense ha renovado en las últimas semanas su papel como activo refugio. Conforme avanza el año, la divisa estadounidense se consolida como uno de los activos a los que más acuden los inversores cuando el rojo tiñe mayoritariamente los mercados de renta variable.
El hecho de que el euro ya roce la paridad con el dólar por la guerra en Ucrania y los diferentes ritmos de actuación de los bancos centrales frente a la inflación, preocupa a los inversores.
La fragilidad de la economía de la eurozona frente a la de EEUU, la guerra en Ucrania y el diferente ritmo de actuación de la Fed frente al BCE pasan factura al euro. Tanto es así que la divisa comunitaria ya roza la paridad con el billete verde.
La fragilidad de la economía europea frente a la estadounidense, la guerra en Ucrania y las diferencias de política monetaria entre la Fed y el BCE no dan tregua al euro.
La amenaza de una recesión, la debilidad de la economía europea frente a la estadounidense, el impacto en la economía por la guerra y el aumento de los precios de la energía y las diferencias de política monetaria entre la Reserva Federal y el Banco Central Europeo no están dando tregua al euro.
"El crecimiento económico de la eurozona se ha deteriorado drásticamente, cayendo a mínimos de 16 meses en junio". Esta es la primera frase de S&P Global en su comentario sobre el indicador adelantado PMI de junio del área euro. La situación de Alemania, la mayor potencia de la región, no parece mucho mejor. Los PMI vienen a confirmar un secreto a voces: la economía de la zona euro está cerca de sufrir una contracción de su actividad económica. Y aunque se necesitan dos trimestres seguidos para hablar de recesión, es un escenario que los mercados ya están cotizando.
La jornada de este jueves ha mostrado la expectativa que reinó en el mercado de divisas, que se mantuvo a la espera y sin cambios significativos hasta la cita del Banco Central Europeo.
La Comisión Europea propuso este miércoles que Croacia adopte la moneda única en 2023, tras constatar que el país cumple los criterios económicos y legales para convertirse en el vigésimo miembro de la eurozona.
El anuncio de esta semana de Christine Lagarde, presidenta del BCE, reconociendo que el Consejo de Gobierno de la institución está de acuerdo en subir los tipos 25 puntos básicos en julio, y de nuevo en septiembre, ha funcionado como un trampolín para la cotización del euro.
El euro sigue con su rally tras el recrudecimiento del nuevo discurso del Banco Central Europeo, discurso que se ha reforzado en Davos con la intervención de Christine Lagarde. La presidenta, a pesar de afirmar que no hay que entrar en pánico, ha mantenido la línea marcada en sus últimas intervenciones. En consecuencia el euro ha seguido aumentado su valor. En la jornada de hoy se ha apreciado frente al dólar en más de medio punto, consolidando un importante rebote al subir ayer un 1,22%.
El capital busca los lugares donde hay más rentabilidad. El comportamiento del euro en el último año es un buen ejemplo: la divisa, después de perder un 6,93% en 2021 frente al dólar, retrocede otro 6,27% en lo que va de 2022, una caída que lo ha llevado a perder los 1,07 dólares, y a visitar los 1,064 por primera vez en 5 años, desde abril de 2017.
El BCE entra en un momento crítico para definir su estrategia hacia la tierra prometida de los tipos positivos. Al fin del programa de compra de deuda solo le falta que pongan fecha concreta de defunción, pero todavía no está claro si este año caben dos o tres alzas en los tipos de interés. Tampoco hasta dónde puede llegar la subida para contener la inflación.
El pasado miércoles el Ibex 35 consiguió salir del terreno negativo en el acumulado del año. Todo una proeza si se tiene en cuenta que el resto de sus comparables está lejos de conseguir este objetivo. Sin embargo, el selectivo español no ha conseguido mantenerse firme al cierre de la semana y vuelve a terreno negativo, recortando un 0,7% en el año.
Los nuevos pronósticos sobre la intensidad en la subida de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) y el devenir de los acontecimientos en la guerra de Ucrania han confirmado los peores temores para el cruce entre las dos divisas más negociadas de Occidente, el euro y el dólar. La tendencia bajista que desarrolla el par en las últimas semanas se ha intensificado con el paso de las horas, favoreciendo que haya perdido uno de los soportes más importantes a los que hacía frente, el que mantenía en los 1,08 dólares por euro.
La tendencia bajista del euro le llevó ayer a perder el soporte clave de los 1,08 dólares, lo que abre la puerta a que la divisa comunitaria alcance mínimos de 2017, situados en 1,03. Los expertos creen que este último nivel ofrece un soporte de cierta fiabilidad, por lo que aconsejan no precipitarse a la hora de contratar coberturas.
El Banco Central Europeo (BCE) se pone en modo 'esperar y ver'. Tal y como anticiparon los analistas, el Consejo de Gobierno del organismo monetario de la eurozona no ha variado este jueves su política: deja los tipos de interés en mínimos históricos y mantiene el ritmo de reducción de sus compras de bonos bajo el programa APP que anunció en su anterior reunión. No obstante, la entidad presidida por Christine Lagarde ha cumplido con el guion previsto por los expertos al confirmar que las adquisiciones de deuda podrían acabar en el tercer trimestre.
El dólar se acerca a protagonizar un sorpasso histórico al euro. Lo que parecía una opción completamente imposible es ahora un escenario factible para múltiples expertos. La ofensiva de Rusia en Ucrania mantiene a la defensiva a un euro que esperaba que este 2022 volviese a escalar tras verse envuelto en una espiral bajista frente a la divisa de Estados Unidos. Con la incertidumbre que ha generado el conflicto y los problemas económicos que plantea para Occidente (especialmente ligados a la subida del precio de la energía), se está postergando lo que todos esperaban que sería una remontada de la moneda común.
Martes de verde radiante en las bolsas de Europa. La renta variable del Viejo Continente ya comenzó la jornada con marcadas subidas, del 1%, pero las ganancias han ido a más según ha avanzado la jornada hasta cerrar en el 3%. ¿La razón? Los aparentes acercamientos entre el gobierno ruso y el ucraniano para detener el conflicto. El optimismo ha llevado al EuroStoxx 50 a niveles no vistos desde antes de que estallara la guerra, sobre los 4.000 puntos. Lo mismo ha sucedido en el Ibex 35 español, que se ha situado sobre los 8.600 enteros. Finalmente, la referencia europea ha subido un 2,96% y cerrado en los 4.002,18 puntos y la española ha avanzado un 2,98% hasta situarse en los 8.614,6.
Era 20 de marzo, o lo que es lo mismo, en pleno estallido de la pandemia del coronavirus, cuando el euro alcanzó su mínimo anual frente a la moneda estadounidense y perdía el entorno del 1,10. Un nivel que ayer volvió a tocarse por primera vez desde el Covidcrash, cuando el euro se cambiaba a 1,09 frente al dólar, a cierre del mercado europeo.
El desarrollo de la guerra vuelve a dejar su huella en los mercados después de que la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, la más grande de Europa, haya sido bombardeada por las tropas rusas.
Esta última fue la mejor semana del euro en su cruce con el dólar desde marzo de 2020. Subió cerca de un 2,5% en cinco días, de los 1,115 a los 1,14 dólares con datos a media sesión de este viernes, adelantando de un solo golpe la valoración media de los expertos para todo el año, que probablemente incluso se revise al alza en las próximas semanas, favoreciendo las importaciones del conjunto de la eurozona, especialmente críticas para los países, como España, y empresas más dependientes de la energía extranjera gas y petróleo, disparada en los últimos meses y denominada en dólares, y para los más afectados por las presiones inflacionistas que envuelven el comercio mundial por los cuellos de botella como son los sectores industriales más intensivos en demanda de insumos.
Esta semana ha sido la mejor para el euro en su cruce frente al dólar desde marzo de 2020. En concreto, la moneda comunitaria subió cerca de un 2,5% en cinco días, hasta cambiarse por 1,14 billetes verdes. La clave de la mejora del euro, que ya ha alcanzado la valoración media de los expertos para todo el año, está en el discurso de Christine Lagarde del jueves.