El Producto Interior Bruto (PIB) de la Eurozona se estancó en el último trimestre de 2022. Eurostat publicó este miércoles la revisión del dato preliminar, pasando la cifra de un crecimiento intertrimestral del 0,1% en el último cuarto del año pasado a un 0%. El titular parecía claro: la economía de la zona euro evolucionó algo peor de lo esperado y se congeló en el primer tramo del invierno, pero la región sigue evitando por poco la primera pata de la recesión técnica (dos trimestres seguidos de contracción). Rascando bajo la superficie, aparecían dos datos sobre los que se pasó de puntillas en un primer momento, pero que no deberían pasar desapercibidos.
El ciclo de subidas de tipos de interés más rápido y vigoroso de las últimas décadas no ha logrado, por ahora, aplacar la inflación. El BCE, al igual que otros bancos centrales, ha tenido que sacar el 'extintor' monetario para apagar la inflación. Pese a que el Banco Central Europeo ha elevado en 300 puntos básicos el precio del dinero (lo hará en 50 la próxima semana), la inflación subyacente sigue en máximos históricos, mientras que la general parece haberse enquistado en la zona del 8%. Ya han pasado más de siete meses desde que comenzó el endurecimiento monetario, aunque es cierto que los mercados financieros han recogido en buena parte la transmisión monetaria, la economía real parece empeñarse en ir en la dirección opuesta, complicando y mucho la vida al BCE. ¿Está atascado el 'extintor' del BCE? ¿Cuánto tiempo tardará en funcionar y apagar el fuego de la inflación?
El monstruo de la inflación irrumpió en la zona euro a mediados de 2021. Como toda bestia, su aparición atemorizó a las familias y empresas. Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE) no parecía tan asustado porque la inflación que acechaba a la eurozona solo estaba de paso. A los europeos nos había tocado el ogro con la 'cara bonita' (no como a Estados Unidos), la inflación impulsada por la energía y otros factores de oferta temporales que se corregirían con rapidez. No obstante, la amenaza ha ido transformándose poco a poco y lo que en principio era una visita rápida, comenzó a convertirse en una visita pesada. Ahora, el monstruo amenaza con completar su mutación y convertirse en una inflación de demanda, la más 'pegajosa' y resistente de todas.
La actividad del sector manufacturero de España registró en febrero su primera expansión desde junio de 2022, según refleja el índice de gestores de compra (PMI), que subió a 50,7 puntos desde los 48,4 de enero, a pesar del todavía muy elevado nivel de inflación, según S&P Global Market Intelligence.
La teoría del 'no aterrizaje' de la economía está cobrando forma en EEUU y en Europa puede estar pasando lo mismo. Los últimos datos macro siguen confirmando el viraje de las expectativas. Cuando los bancos centrales empezaron a subir tipos para domeñar la inflación tras la pandemia, se aguardaba un 'aterrizaje brusco' de la economía, con la recesión llamando a las puertas. La fortaleza de los datos y los indicios de desinflación trajeron la idea del 'aterrizaje suave': todo bajo control y sin daños severos para el crecimiento. Ahora la lectura es otra: las subidas de tipos no aplastan el crecimiento de momento y la inflación sigue lejos de estar dominada.
La economía de la eurozona surfea la recesión. Esa es la primera conclusión que se puede sacar de los datos adelantados sobre la actividad empresarial en la región relativos a este primer mes de 2023. Y es que la zona euro se expande en enero, algo que no sucedía desde junio. Una referencia que refuerza la creciente esperanza de que el Viejo Continente dé esquinazo a una nueva crisis.
El panorama de ver a la economía del euro enterrada en la nieve por la falta de energía es un capítulo que ha terminado en la papelera. La eurozona ha aguantado de manera sorprendente el invierno y los cortes de suministro de gas ruso. La recesión se desvanece en el horizonte, con un buen comienzo de año, pero aparece un nuevo problema: la trampa del crédito. La teoría de política monetaria dice que los efectos de subir los tipos de interés comienzan a notarse en la economía después de seis o 12 meses. El Banco Central Europeo (BCE), junto a otras entidades centrales, está inmerso en el mayor ajuste monetario en más de 40 años. Y la actual situación trae fantasmas de un pasado no tan lejano: los problemas del flujo de crédito y el fallo histórico de subir a destiempo los tipos de interés ya truncaron la recuperación económica hace 11 años.
El mundo atraviesa un momento de cambio hacia un escenario donde la digitalización es una realidad socioeconómica en el día a día. La sociedad es consciente de cómo la tecnología ha impulsado el desarrollo y la confianza en la innovación digital como llave hacia un avance generalizado. Sin embargo, esta revolución no se está produciendo a la misma velocidad en todos los territorios, ni en todos los grupos de edad. Por eso, el uso del dinero en efectivo como activo para el intercambio de bienes y servicios sigue formando parte de nuestra vida y conserva un arraigo social que no podemos dejar a un lado.
Ser el último algunas veces tiene sus ventajas. No en el caso de la inflación. Dentro de la oleada de subidas de precios experimentada en la eurozona en los últimos meses, Francia registró durante una parte importante de 2022 las tasas más comedidas. El precio a partir de ahora se traduce en un pico de inflación por venir -sus otros socios europeos ya lo habrían dejado atrás- y unos porcentajes más elevados que sus vecinos de cara al cierre de 2023.
Unicaja cerró 2022 con beneficios de 260 millones, un 89% más que el año anterior y mejora en sus márgenes. A pesar de ello, los títulos del banco cerraron la sesión de ayer con un desplome del 9,48%, convirtiéndose en la cotizada más bajista del Ibex. Aunque sorprenda, la reacción de los inversores está argumentada en unos resultados del último trimestre que han estado muy por debajo de las expectativas. No en vano, Unicaja perdió un millón de euros en el periodo cuando el consenso del mercado esperaba ganancias netas de unos 40 millones. Estos números rojos cosechados en un contexto positivo para el negocio bancario por el alza de tipos de interés en la eurozona reducen las perspectivas de la entidad para 2023 y explican el castigo del mercado.
La mayor potencia de Europa está al borde de una nueva crisis. El producto interior bruto (PIB) de Alemania se contrajo en el último trimestre de 2022 y si vuelve a bajar en el actual la economía germana entrará en recesión técnica. Se trata de un escenario que ya han contemplado distintos organismos y analistas a lo largo de los meses pasados, pero en las últimas semanas estaba aumentando la esperanza de que finalmente no tomara forma. La mejora de la confianza en el país y la relajación de la inflación pintaban un panorama menos oscuro. No obstante, los últimos datos del PIB y las referencias preliminares de la actividad de este mes invitan a la cautela: la economía 'número uno' del Viejo Continente tiene varios puntos débiles que le hacen vulnerable.
No esperen que el Banco Central Europeo (BCE) levante el pie del acelerador. Pese a los rumores de los últimos días, las actas de la última reunión revelan que "un gran número de miembros expresaron su preferencia por aumentar los tipos de interés oficiales del BCE en 75 puntos básicos". Esto descarta casi por completo una relajación pronta en la carrera del BCE por llevar el precio del dinero a un terreno más restrictivo. El pie sigue en el acelerador y podría continuar ahí unas cuentas reuniones.
La inflación de la Eurozona se relajó en diciembre más de lo esperado. El IPC conjunto de las economías de la zona euro descendió del 10,1% interanual de noviembre al 9,2%, según los datos adelantados este viernes por Eurostat en su lectura preliminar. Una caída mayor a la prevista por los analistas, que esperaban un dato entre el 9,5% y el 9,7%. La bajada de los precios de la energía en las últimas semanas ha favorecido esta dinámica. Sin embargo, el susto lo da el IPC subyacente (excluye energía y alimentos frescos), que repunta del 6,6% al 6,9%, otro máximo histórico, telegrafiando una inflación más persistente y pegajosa.
El recientemente finalizado 2022 será un año difícil de olvidar en materia económica, y no precisamente por las buenas noticias. Los últimos 12 meses pasarán a la historia económica como el año en que las economías mundiales se tambalearon bajo el peso de tremendas presiones inflacionistas. De la evolución de esas presiones en adelante dependerá en gran parte el sino de 2023.
La inflación parece haber alcanzado su pico en el conjunto del euro. La actual crisis de precios, avivada por la guerra en Ucrania y la energía, bajará del doble dígito. Es la proyección de Bloomberg para el IPC armonizado interanual de diciembre, que espera que baje al 9,5% desde el 10,1% previo. Sin embargo, la presión de una inflación subyacente enquistada aún mantiene en alerta al Banco Central Europeo, que abordará otras dos subidas de los tipos de interés de 50 puntos básicos este trimestre.
Los bonos europeos llevan de fiesta desde Año Nuevo. Una serie de atenuantes ha permitido esta semana una relajación en los rendimientos que no se corresponde con los riesgos que se atisban en el horizonte. Varias lecturas de inflación positivas y la reciente caída en los precios de la energía han hecho subir los precios de los bonos soberanos de la eurozona esta semana. Pero las todavía elevadas tasas de inflación no hacen prever una moderación del Banco Central Europeo (BCE) en breve y los datos de estas jornadas ocultan matices.
Las economías avanzadas están experimentando su inflación más alta en 40 años, con una tasa mediana de casi el 9% para los 12 meses previos a septiembre de 2022. En el caso de los bancos centrales y los mercados financieros, la expectativa -o, más precisamente, la esperanza- de que el incremento de la inflación sea transitorio ha sido en gran medida reemplazada por una toma de conciencia aleccionadora de que el crecimiento de los precios es un problema persistente que exige un ajuste monetario importante y sostenido. Con excepción del Banco de Japón, los principales bancos centrales ahora están subiendo los tipos de interés y tomando medidas para estabilizar o revertir el crecimiento de los balances.
El continuo alud de datos macroeconómicos no siempre son el mejor compañero de los banqueros centrales. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y el Consejo de Gobierno del banco lo han podido comprobar este viernes. Si ayer jueves pintaban un panorama dramático en términos de inflación para 2023 que sorprendió a los analistas, los PMI preliminares de diciembre conocidos hoy reflejan un remarcable relajamiento en estas presiones.
Llega la semana que todo el mercado estaba esperando para poder dar definitivamente por concluido un año histórico para la política monetaria. En los próximos días se reunirán tanto el BCE como la Fed para llevar a cabo la última subida de tipos del año, en la que todavía cabe cierto margen para la sorpresa.
Los problemas de identidad dentro de Europa se han discutido durante mucho tiempo. Un estudio realizado por el German Marshall Fund (GMF) cita los resultados del Eurobarómetro sobre dos preguntas, planteadas a todos los países de la UE, lo que da una idea de por qué los países europeos pueden o no querer unirse a la UE. ¿Los ciudadanos se identifican principalmente como nacionales de su propio país o como nacionales y europeos por igual? ¿Y querrían que se tomaran más decisiones a nivel de la UE?
Hace ya un mes de que el dato de inflación de Estados Unidos servía de resorte para un fuerte rebote de las bolsas mundiales. En los próximos días es el turno de Europa, y de la primera cifra que aporte sobre la evolución de los precios en noviembre dependerá que las bolsas tengan un último arreón este año o, por el contrario, que la decepción sea vista como un paso atrás y el mercado recule toda o parte de la gran subida protagonizada en los últimos días.
La economía de la eurozona (es decir, de los 19 países que tienen el euro como divisa) está renqueante. Hace meses que los datos económicos y distintos organismos internacionales dibujan una nueva recesión en el horizonte próximo. La actividad económica sufrió un importante freno en el tercer trimestre y los primeros indicadores anticipan una caída en el actual. Sin embargo, los índices PMI preliminares de noviembre invitan a tener cierta esperanza: la crisis puede acabar siendo menos profunda de lo estimado inicialmente. Aunque, eso sí, la incertidumbre sigue siendo elevada a las puertas del invierno y con la guerra en Ucrania sin resolverse.
Las previsiones para España comienzan a pintar un 2023 menos tenso de lo esperado. El Panel de Funcas plantea un crecimiento de nuestra economía del 4,5% para 2022 y del 1,1% para el año que viene. En concreto, los datos recogidos por la entidad apuntan a que España esquivará por la mínima la recesión técnica en el primer trimestre de 2023, aunque abre la puerta a una sutil contracción de la economía durante la recta inicial del año, que se añadiría a la caída del PIB en este último trimestre. "Hay probabilidades de que la economía española entre en una recesión leve durante el segundo trimestre", afirma Juan Ángel Lafuente, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Jaume I.
La actualización de previsiones económicas de la Comisión Europea arroja una preocupación más importante que la más que probable recesión entre los meses finales de este 2022 y los primeros meses de 2023.
Tanto la economía de la Eurozona como la de EEUU sufrirán. Los expertos coinciden en que la desaceleración está ahí y que la recesión -al menos técnica, dos trimestres seguidos de contracción en el producto interior bruto (PIB)- será inevitable en ambas regiones. Los matices están en discernir cuándo empezará, cuál será su profundidad y hasta cuándo se prolongará. En esa tarea, surge la gran duda: ¿cuál de las dos economías se dejará más por el camino?
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha confirmado que el final de las subidas de tipos de interés todavía no va a llegar y que desde la institución esperan seguir aumentando los tipos de interés en las próximas reuniones de política monetaria, con la vista en alcanzar la meta a medio plazo del 2% de manera oportuna.
La economía alemana aguantó en el tercer trimestre del año más de lo esperado. Con la mayor parte de las previsiones apuntando a un dato negativo que supusiese la primera pata de una recesión, cuando menos, técnica (dos trimestres seguidos de contracción), el PIB de la mayor economía europea avanzó un 0,3% intertrimestral. "Los resultados económicos del tercer trimestre de 2022 se basaron principalmente en el gasto en consumo privado", señala el organismo estadístico oficial alemán, Destatis, en un comunicado este viernes. Hasta noviembre no llegará el desglose de datos.
Para conseguir parar la espiral inflacionista que se ha consolidado en las principales economías del planeta, los bancos centrales de estas jurisdicciones ya parecen haber asumido que va a ser inevitable la llegada de una recesión.
El BCE acaba de aumentar en 75 puntos básicos los tipos de interés de la eurozona que ya se sitúa en el 1,25%. Considerando que estaba en el 0% a principios de julio, se podría considerar que este aumento en tan corto periodo de tiempo va a ser más que suficiente para frenar la inflación. Sin embargo, mucho me temo que ante una inflación en la zona euro del 9,1% se pueda atajar contundentemente la variación de los precios pues el tipo de interés, en términos reales, sigue estando en el -8%, lo cual sigue siendo un grave problema para cualquier economía.