Llega el otoño y con él el frío y la lluvia. Ésta última ha sido muy esperada por muchos. Invita a pasar tardes frente a un buen libro y la ventana abierta mientras escuchamos la lluvia. Situación relajante y obligada para un gran número de personas y sobre la que no han podido evitar mencionar aquello de: 'me encanta el olor a lluvia'. Pero, ¿de dónde proviene exactamente?
Y es que el olor a lluvia es uno de los que más agradan a las personas. Si bien no se produce durante el proceso de la lluvia en sí, es antes del mismo cuando detectamos ese olor a tierra húmeda. Muchos lo definen como un olor a fresco, pero cuyo origen está directamente relacionado con las plantas.
Conocido como petricor, el olor a tierra húmeda fue acuñado por los geólogos australianos R.G Thomas e Isabel Joy Bear allá por 1964. El petricor no es otra cosa que la combinación de los diferentes aceites procedentes de las plantas. Pero no sólo los únicos agentes que intervienen. También actúan las actinobacterias, es decir, pequeños microorganismos repartidos tanto por pueblos, ciudades, zonas marítimas o bosques. Su función no es otra que descomponer aquella materia orgánica ya muerta o en proceso de descomposición para convertirla en alimento y nutrientes para las plantas.
Nada complicado hasta aquí, ¿verdad? Pasados unos días desde la últimas lluvias, el proceso de las actinobacterias se ralentiza, impidiendo que puedan realizar su trabajo con normalidad. Es justo antes de la lluvia cuando el suelo se humedece, lo que facilita su trabajo. Dicho lo cual, el olor a lluvia que a todos nos gusta no es otra cosa que el aroma transportado por el aire de la mezcla de petricor y sus diferentes compuestos, liberados en forma de aerosol al impactar las primeras gotas de lluvia.
Si quieres ver el proceso en detalle, en 2015 varios científicos del MIT mostraron en vídeo paso por paso cómo la lluvia daba pasor a ese olor tan característico. Para ello emplearon cámaras de alta velocidad y diferentes tipos de terreno.