Otoño es una de las estaciones más llamativas del año. Pasamos meses viendo árboles y plantas llenas de color a que el paisaje con hojas caídas y tonos marrones. Esto no supone que no sea un paisaje bonito ni hace que esta estación se vuelva aburrida, sin embargo llama la atención cómo en tan poco tiempo pueden cambiar tanto el aspecto que nos muestra la naturaleza.
Si vinculamos el otoño con los tonos marrones y rojizos se debe a que parece que todo el paisaje se vuelve de esos colores. Por un lado muchos árboles lucen únicamente su tronco de color marrón debido a que se le han caído las hojas, mientras que por el otro las pocas hojas que podemos encontrar se mueren y acaban de este color. Existe una explicación lógica por la que esto sucede y tenemos que mirar el sistema de las hojas para comprobarlo.
¿Por qué las hojas cambian en color en otoño?
Si las hojas son habitualmente de color verde esto se deba a un pigmento llamado clorofila. Este pigmento ayuda a que las hojas hagan la fotosíntesis y puedan producir azúcares gracias de diversos factores. A la hora de ayudar en este proceso, la clorofila no es el único pigmento que podemos encontrar, ya que también existen otros que realizan la misma función pero que no se encuentran en tales cantidades.
Al ser mayor la cantidad de clorofila que de otros pigmentos, las hojas se muestran de color verde, el mismo color de las moléculas de la clorofila. El resto de pigmentos lucen moléculas de tonos amarillos y anaranjados pero estos se camuflan con el verde al ser tal la cantidad de clorofila.
Con la llegada del otoño, los días son más cortos y los árboles de hoja caduca se encuentran inactivos y sin realizar la fotosíntesis. Es por ello que la clorofila comienza a desaparecer y con ello el color verde de las hojas. En ese momento salen a relucir los tonos amarillos y marrones que estaban ocultos en la hoja además del tono rojo que lo lucen las hojas justo antes de que estas se caigan del árbol.