La primavera es una de las estaciones más bonitas del año ya que con ella aparecen las flores y todo tipo de paisajes llenos de color. La llegada de las flores a pesar de que es lo más llamativo de esta estación, tiene en contra un importante obstáculo ya que supone también el inicio de la temporada alta de polen, algo que puede aumentar el riesgo de contagio de COVID-19.
El polen aumenta el riesgo de contagio por COVID-19
Según un reciente estudio hemos podido comprobar que el aumento de polen puede ser un factor muy perjudicial para cualquier persona sea o no alérgica. Este puede aumentar el riesgo de contagio de COVID-19 ya que afecta directamente al organismo llegando incluso a alterar el sistema inmunológico. Ya existían estudios anteriores que en la temporada alta de polen más personas eran más susceptibles a tener problemas respiratorios, sin embargo ninguno de estos se centraba directamente en la COVID-19.
Como pudieron comprobar Lewis Ziska junto al resto de investigadores que participaron en este estudio, el polen afecta directamente a la proteínas que genera el cuerpo haciendo que las respuestas antivirales no sean tan efectivas contra los virus. Después de analizar los niveles de polen y el número de infecciones en 31 países del mundo, descubrieron que había un 44% de variabilidad según la cantidad de polen existente.
Los factores más importantes a tener en cuenta que pueden variar la cantidad de polen existente tienen que ver directamente con la humedad y la temperatura. De esta forma, los expertos pudieron comprobar que la tasa de infectados era mayor según aumentaba la cantidad de polen mientras que se reducía al bajar la cantidad de polen en el aire.
Ante este descubrimiento, los investigadores recomiendan a la población el uso constante de la mascarilla. Los granos de polen son bastante grandes como para no poder traspasar el filtro con el que son diseñadas las mascarillas por lo que es la mejor forma de mantenerse protegidos.
