No se trata de un juego de valentía, sino de una intrigante ilusión visual nunca antes descrita. Parece ser que mirar tu propio reflejo en un espejo durante un período de tiempo prolongado puede hacer que distorsiones lo que ves. Aparentemente, estar 10 minutos mirándonos a nosotros mismos puede hacer que entremos en un estado alterado de conciencia.
Según el autor de este espeluznante descubrimiento, Giovanni Caputo, para desencadenar la ilusión debes mirar tu propio reflejo durante 10 minutos en una habitación con poca luz. Para ser más exactos, se necesita un lugar iluminado por una lámpara tenue que se coloca detrás del modelo y que el participante mire fijamente un espejo colocado unos 40 centímetros al frente.
El sujeto solo tiene que mirar su rostro reflejado en el espejo y, por lo general, después de menos de un minuto, el observador empieza a percibir la extraña ilusión.
El experimento se probó en 50 personas y los efectos que describieron los participantes fueron bastante sorprendentes. Al final de una sesión de 10 minutos, se les pidió a los encuestados que detallaran lo que vieron en el espejo. Las descripciones difirieron enormemente entre los individuos.
Un 66% explicaron que vieron deformaciones en su propia cara, un 18% comentaron haber visto la cara de un familiar con rasgos cambiados (de los cuales un 8% el pariente aún estaba vivo y el 10% había fallecido), un 28% vio una persona desconocida, otro 28% vio una cara arquetípica, como la de una anciana, un niño o el retrato de un antepasado, y un 48% describieron ver seres fantásticos.
¿Por qué vemos cosas extrañas?
Existen varias hipótesis sobre por qué tenemos esas extrañas visiones frente al espejo. Pero Caputo sugiere que la amplia diversidad de resultados puede deberse a un fenómeno conocido como "disociación". En términos de psicología, se describe como una ruptura con la realidad que puede variar de intensidad según nuestro estado de ánimo y sugestión.
A todo ello se le debe añadir la luz tenue que refleja nuestro rostro en el espejo. Tener este tipo de visiones son resultado de tener poca iluminación a nuestro alrededor y, por tanto, le estamos dando un mayor espacio a nuestro cerebro para recrear la realidad a su antojo rellenando las partes no iluminadas.
También ocurre mirando a otra persona u objeto
Este efecto también puede experimentarse si lo que miramos fijamente es otra persona u objeto. De hecho, Giovanni Caputo lo pudo comprobar en otro ejercicio con 40 voluntarios. Un grupo de 20 individuos se sentó por parejas en una habitación con poca luz y otro grupo de 20 miró una pared pintada de blanco.
Cada uno de los participantes informaron por sí mismos cómo fue la experiencia. Independientemente de si estaban frente a una pared o frente a otra persona, los 40 voluntarios comentaron haber experimentado síntomas de disociación, como sentirse menos conectados con la realidad, percibir cambios en la percepción del sonido y el color y tener la sensación de que el tiempo se había paralizado.