Sacar la basura, hacer de comer, poner lavadoras, pasar la mopa, doblar la ropa, limpiar el baño, guardar la vajilla... Entre tanta tarea doméstica de la que hacerse cargo es normal que alguna de ellas sea merecedora de alguna que otra discusión, sobre todo si tenemos en cuenta que la forma en que se dividen los quehaceres afecta en gran medida a la satisfacción de la relación.
No obstante, es una realidad que las rutinas de limpieza del hogar siguen siendo un trabajo muy descompensado: un miembro de la relación siempre adquiere mayor peso que la otra persona y, en este caso, es el género femenino. Como bien sugiere un estudio realizado por la Fundación Alares, el 59% de las mujeres se hacen responsables de todas las labores domésticas, encontrándose en un 33% los hombres y tan solo un 8% de las parejas asumen las tareas de forma compartida.
Pero si bien es cierto que cambiar la bolsa de basura, barrer el suelo o pasar el polvo no son tareas del agrado de nadie, hay una labor doméstica que destaca por encima de otras por ser la causante de que muchas relaciones de pareja se rompan. Y esta es nada más y nada menos que fregar los platos.
Fregar los platos: la tarea doméstica rompe más relaciones

Un estudio publicado recientemente en la revista Socius, sugiere que entre todas las tareas domésticas, fregar los platos sucios es sin duda la que tiene mayor impacto en la calidad de la relación. Pero, ¿por qué? Según el organismo detrás de esta investigación, Council of Contemporary Families (CFF), no todos los quehaceres domésticos son iguales y lavar los platos es, probablemente, la más desagradable.
Al ser una de las tareas menos deseadas se desencadenan todo tipo de sentimientos negativos. Y dado que son las mujeres quienes generalmente se ven obligadas a realizar las labores domésticas que menos gustan hacer, algo puede hacer que se desarrollen sentimientos de insatisfacción y terminar en una discusión que termine con la relación en pareja.